lunes, 7 de diciembre de 2009

EL MUNDO SIN ÉTICA.

Por Mario Andrés Aquino López

Hace algunas horas escuché decir a un distinguido médico que el “Juramento Hipocrático” ya no servía, que ningún precepto que se le pudiera transmitir a los médicos formados y en formación tenía sentido porque vivíamos en un mundo donde la Ética es una Utopía.

Escuchando los argumentos que fueron desde la invasión de Irak, las matanzas sin razón efectuadas por ordenes de Hitler o Bush, hasta el saqueo de las arcas de la Nación por Salinas de Gortari o la ilegalidad de Calderón que ha sacado al ejército a las calles no para combatir la delincuencia sino para intimidar a los ciudadanos, dijo en suma, que éste es un mundo donde la ética es algo inútil que se contrapone a la realidad.

Al escuchar esas expresiones me parecía recordar algo y consultando encontré que según Leviatán el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas Hobbes: En la condición natural del hombre, mientras algunos sean más fuertes o inteligentes que otros, ninguno es tan fuerte ni tan inteligente como para afrontar el miedo a la muerte violenta. Cuando se ve amenazado por la muerte, el hombre en su estado natural no puede ayudarse, sino defenderse a sí mismo por cualquier medio posible. La mayor necesidad humana, para Hobbes, es la autodefensa en contra de la muerte violenta, y los derechos son un apoyo de esta necesidad. En el estado natural, por lo tanto, cada uno de nosotros tiene derecho a todo lo que hay en el mundo. Pero debido a la escasez de las cosas en el mundo, hay una constante, y basada en derechos, "guerra de todos contra todos" (bellum omnia omnes). La vida en el estado natural es "solitaria, pobre, sucia, bruta y corta", dice textual.
Pero también hay una apreciación igual de pesimista en El Señor de las Moscas escrita en 1954 por el premio Nobel William Golding donde muestra que al perderse las normas de convivencia social y la moral, se vuelve al estado salvaje como le ocurrió a aquellos niños que protagonizaron la obra.

Con tal pesimismo, de pronto me hizo sentir que impartir Ética en cualquier nivel era llevar a los alumnos a Ocrilú que se suma a la lista de otros mundos como: Fantasía, la Tierra Media, Narnia, Xanadú, la Atlántida, Avalón y Alagaesia, por supuesto que no podría faltar Katuwira: Donde Nacen y Mueren los Sueños.

Acerca de estos mundos hay libros, película o canción, pero no dejan de ser quimeras.

Entonces ¿por qué estudiar y transmitir las normas de Ética en tales condiciones?

La ética evaluada de un modo original y distinto a otros puntos de vista, es un camino, cuyos pasos recorrieron desde la antigüedad hasta la actualidad hombres grandes de espíritu, igual que los humanos comunes, y por más que parezcan inútiles tales pasos, hay una razón para seguirlos, al menos una:

Seguir ese viaje significa caminar, y cuando ésta o las generaciones venideras lo puedan valorar, verán que lo importante es que aprendimos a caminar, que lo significativo son los pasos que abren el camino y permiten la posibilidad de un mundo, si no perfecto, al menos: justo.

Aprender ética es una prerrogativa consustancial a la educación, despojar de ese privilegio a los estudiantes, sería otro crimen.

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