La publicitada guerra al narco se vuelve hoy contra el gobierno que es su autor, pues en una verdadera histeria colectiva las personas ven en la muerte del Secretario de Gobernación un ataque del “crimen organizado” a pesar de que no hay pruebas científicas al respecto.Pero no somos los únicos: En 1938, Orson Welles y el Teatro Mercury adaptaron la clásica novela de ciencia ficción de H.G. Welles “La Guerra de los Mundos” a un guión de radio y lo retransmitieron.
El concepto era simple: difundir una serie de boletines de noticias falsas explicando que la tierra estaba siendo atacada por invasores venidos de Marte. La comisaría de policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas con llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados, intentando protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos. Wells provocó una histeria colectiva pues miles de ciudadanos estadounidenses pensaron verdaderamente que estaban siendo invadidos por marcianos.
La histeria demostró el poder de los medios de comunicación de masas sobre la sociedad moderna.Otro ejemplo, pero en sentido contrario, lo encontramos en un artículo publicado luego del ataque terrorista a Londres por José Alberto Garijo en la sección dominical de Opinión de "El Pueblo de Albacete" el 17 de julio de 2005: “El pasado 7 de julio, una vez producido el atentado, Blair insistió: “Cuando intentan intimidarnos, no nos intimidaremos. Cuando intentan cambiar nuestro país o nuestra forma de vivir, no cambiaremos. Cuando intentan dividir nuestra nación o debilitar nuestros propósitos, no nos dividiremos, y nuestros propósitos permanecerán firmes.
El objetivo del terrorismo es sólo éste, aterrorizar a la gente, y nosotros no nos aterrorizaremos”. Muy pronto, los londinenses han sabido reaccionar y reponerse por encima del horror y volver a la normalidad cotidiana.”“El terrorista busca provocar el máximo horror posible con unos medios muy pequeños. Sus armas no son sólo las bombas, sino también, y principalmente, la televisión. Los 2.978 muertos del atentado de las Torres Gemelas son pocas estadísticamente hablando si las comparamos con las producidas por el SIDA, o por el cáncer, o por los accidentes de tráfico. Pero las imágenes televisivas de los aviones chocando contra los edificios, y el posterior derrumbe de las Torres, llegaron a todos los rincones del planeta. Su objetivo, más allá de las muertes, es provocar pánico en la opinión pública, y a través de él, obligarnos a cambiar. Se entiende, por tanto, la austeridad informativa británica.” “Por todo ello, deberíamos preguntarnos cabalmente si algo falló en la gestión colectiva del 11-M que hizo que se desatara entre nosotros (los Españoles) ese mecanismo perverso del miedo que nos llevó a la histeria colectiva, de la histeria colectiva a la paralización, de la paralización a la desmoralización, de la desmoralización a la culpabilización colectiva, de la culpabilización colectiva a la división, de la división al enfrentamiento social.”
Esta histeria, ocurre en países en donde existe desconfianza en las autoridades y/o la sensación de vivir bajo una perpetua amenaza. En el caso, el Gobierno ha prohijado esa amenaza. La histeria colectiva, también denominada histeria en masa, psicosis colectiva o comportamiento obsesivo colectivo, es el fenómeno socio psicológico que comprende la manifestación de los mismos o similares síntomas histéricos por más de una persona.Hoy en día, se prefiere utilizar el término reacción de stress colectivo para hablar de fenómenos de este género.
Margarita Pérez Amador afirma que: el estrés puede definirse como un proceso o secuencia de etapas, el cual comienza cuando el individuo recibe un conjunto de exigencias impuestas por el medio, y a las cuales el individuo debe adaptarse para dar una respuesta adecuada, esta respuesta, es el estrés que tiene dos componentes básicos: Los agentes estresantes o estresores.
Los llamados agentes estresores son todas las situaciones que ocurren a nuestro alrededor y que nos producen estrés, siendo estas situaciones provocadas por personas, grupos o conjuntos de grupos. Darío Salas Sommer, filósofo y científico chileno autor de numerosos libros, la mayoría bajo el seudónimo literario de John Baines. Afirma éste autor: Simbolicemos el equilibrio orgánico por un péndulo inmóvil. Cualquier estímulo de suficiente intensidad pone este péndulo en movimiento. El esfuerzo por retornar al punto de equilibrio es el stress.
En muchos individuos el estímulo estresante puede ser motivado especialmente por conflictos psíquicos, que generalmente se originan por una contradicción entre la parte consciente y la instintiva. El desgaste se origina siempre en una mala administración de la energía nerviosa motivada por malos hábitos. Por extraño que parezca, nuestra educación moderna no contempla el desarrollo de hábitos imaginativos y emocionales positivos.
Desde pequeños se nos enseña la conveniencia de lavarnos diariamente, de no comer en forma exagerada, de mantener ciertas normas en el lenguaje y en el trato social, pero las emociones y la imaginación son dejadas de lado como si no tuvieran ninguna importancia. En abril del 2007 en el diario “El Porvenir”, Arturo Delgado Santos expresó: “A finales del siglo XIX el psicoanálisis vinculó la sintomatología histérica con expresiones simbólicas de conflictos psíquicos vinculados a la sexualidad, sin embargo, a lo largo del siglo XX trasladó su interés de los efectos de la sexualidad reprimida y sus síntomas hacia el tema de la identidad del individuo, su construcción y sus alteraciones. El siglo XXI está retando a las ciencias de la salud mental con un fenómeno poco usual pero que se presenta en diversas latitudes: la histeria colectiva. El reto no sólo es para las ciencias de la salud mental, incluye también a las ciencias de la educación.
Esto, lamentablemente, es más cierto que los marcianos.
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